jueves, 25 de noviembre de 2010

Cosas


jueves, 18 de marzo de 2010

Dibujos nuevos





jueves, 29 de octubre de 2009

Consideraciones escatológicas

¿Puede usted, oh, amable lector, imaginarse peor horror matinal que despertarse -cara a cara- con un sorete en su almohada? Imagínelo bien, despertarse del más cándido sueño, percibir cierto curioso aroma, y abrir los ojos, justo para encontrar aquello que ni en su peor pesadilla esperaría encontrar compartiendo su almohada.
No, no se preocupen, no me ha ocurrido. Si me hubiese ocurrido probablemente hubiera terminado cuadrapléjico del asco. Y de ahí viene el quid del asunto, el porqué de esta nota. ¿Podría decirme usted, oh, decente humano, por qué razón, motivo o circunstancia le provoca taaanto asco la idea de despertar, abrir los ojos, y encontrar un sorete a un pulgar de su nariz? ¿Por qué le provoca tanta repulsión, a usted, individuo decente y cristiano, el percibir tras sus sentidos las notorias cualidades de una buena mierda -tanto su textura gratinada, como su color tan característico o su contextura de haber sido amasado durante horas? ¡Respóndame por qué! Si esa mierda horas antes estuvo en perfecta comunión con nuestro organismo durante la absorción de sus nutrientes. O, teniendo una regresión más profunda aún, puede ver a ese sorete que flota inerte en el otrora impoluto inodoro, como la deliciosa lasagna que devoró más temprano con afán religioso, mientras felicitaba a su vieja y se relamía los dedos por ella (por la lasagna, no por su vieja).
¿Imaginó usted acaso al comerse esa maravillosa explosión de papilas gustativas, que horas después se convertiría en un sorete? ¿Lo imaginó cuando le aceptó esa porción de tentadora pastafrola a su tía, y la devoró con placer casi sexual? ¿O cuando fue a comer helado con su pareja hablando de amor eterno? ¿Imaginó que todo terminaría en un sorete?
Pero no, no se preocupe, amable lector. Esa deliciosa porción de pizza especial cuatro estaciones que tiene en la mano no se convertirá en un sorete mientras la tiene en la mano, ni menos aún mientras la muerde. Es necesario para que eso ocurra el accionar de nuestros intestinos. Quiéralo o no, tiene usted una fábrica de mierda adentro. Así como lo ve, la comida de hoy, será siempre el sorete de mañana... O de pasado. O pasado pasado, dependiendo siempre de nuestra capacidad metabólica, o de nuestras costumbres diarias... Las mujeres que viven en country van al baño una vez por semana.
Y ahora yo le pregunto: ¿comería usted con tanta satisfacción, con ese placer casi sexual, el asado del domingo si supiera que se va a convertir en un sorete? ¿Se volvería loco por un asado de tira si se pone a pensar en la performance del ulterior sorete que saldrá en consecuencia? ¿Si imagina usted disfrutar ese asado si mientras lo come siente ese olorcito a sorete que anuncia el bombardeo de topos submarinos, mientras usted hace toda la fuerza posible para liquidar el asunto antes de que terminen las propagandas de Talento Argentino? ¿Piensa al comer un delicioso flan con dulce de leche, en el sorete que horas más tarde verá girar sobre su eje en las turbias aguas del inodoro, como indeciso por saber si quedarse o irse por el caño, a reunirse con sus compañeros soretes en soretelandia? ¿Acaso se lo imagina? ¿Acaso disfrutaría su comida con esas consideraciones escatológicas?
Pues bien, todo esto nos deja una importante moraleja: Nunca coma más de lo que pueda cagar.

Joan M. Machado

martes, 25 de noviembre de 2008

martes, 4 de noviembre de 2008

Borrachos y guitarra...

(O "Para Apolo, de Dionisio, con amor")

A continuación, se glosarán situaciones en las que me he visto afectado por la borrachez ajena mientras ejecuto música en un lugar público. Bien se sabe que soy un irrefrenable "ejecutor de la música" de la vía pública mendocina. Hasta hay quienes me dirían "verdugo de la música".


El último hippie


Hace algunas semanas estando yo a pleno tocar la guitarra en la plaza Independencia, al lado de mi puesto de caricaturas (CHIVO: de miércoles a sábados de cinco de la tarde en adelante) se me acerca un señor (decirle señor es una cortesía) que parecía una especie de mix entre Pappo y Maradona, con un fuerte olor a jugo de uva fermentado, por no decir vino.
Después de hacer su entrada a escena con su curiosa facha y su pasodoble discordante, se acerca anunciando que "las guitarras son como un imán para mí". Con mi mejor cara de tolerancia amistosa a los más curiosos desperfectos de la naturaleza, le respondí con un elegante "Ou!" (expresión que, en concepto, vendría a ser lo mismo que "Ah!", o bien "Oh"; "Ajá"; "Bueno!" y otras tantas).
Satisfecho con mi muestra de conformidad a su discurso, aquel señor aromáticamente etílico se sentó a mi lado y comenzó a pedirme temas. Como bien se sabe suelo ser bastante negado a tocar los temas que otros me piden, porque prefiero cantar los que sé más o menos bien, y así torturar lo menos posible a la concurrencia. Y así fue que canté "todas las hojas son del viento".
¡Hubieran ustedes imaginado la terrible alegría que le agarró a ese señor! Comenzó a contarme anécdotas de cuando escuchaba Pescado Rabioso y que él había ido a la presentación de Artaud, y etc etc. De ahí se disparó a que el era un hippie y había conocido a todos los hippies de Mendoza, e incluso explicó una curiosa teoría por la cual él que era amigo de un tipo muy pudiente se convertía en tipo muy pudiente porque todo era de todos y entonces él "era importante porque se juntaba con" el otro. También habló de la represión y de los policías lo golpeaban por tener porros. Y de que hoy por hoy aún se esconde los porros en la orilla del pantalón por temor a los milicos: por más que ellos ya no lo molestan, según dice, lo hace porque está traumado.
Pidió la guitarra y yo, con el buen humor que me agarra cuando escucho algo imposiblemente pavo, se la presté, olvidándome de toda precaución social. Adivinarán, entonces, que hizo lo peor que uno podía llegar a imaginar y que no pude hacer nada para detenerlo: se puso a tocar.
Tocó una curiosa canción compuesta por él -ecológica- que poco se entendía y se repetía mucho, y que él explicó repitiendo innumerables veces la palabra "parodia"... y tampoco entendí nada.
Finalmente, luego de tocar otra canción suya, también ecológica, que denominó como regaee (mi oído francamente no le creyó) se fue, anunciándome que, ese día, yo había conocido a alguien muy importante: EL ÚLTIMO HIPPIE.

El payaso chinchudo

Me encontraba yo en la parada de micro de la plaza Independencia esperando el 102. Como suelo hacer cada vez que tengo la guitarra encima y espero el 102, me puse a tocar, aprovechando que la parada estaba desierta. Creo que Durazno Sangrado estaba tocando, cuando apareció uno de los payasos que suele ofrecer globos a los niños en la Av. San Martin (y que los pobres niños, pobrecitos, se asustan al verlos). Se quedó un rato viéndome con la mirada absorta y perdida mientras yo tocaba y luego se sentó a mi lado y siguió mirándome, como si no pudiera creer lo que veía.
Tras dos canciones (recuerdo que sufría yo porque me estaba costando mucho cantar y no lograba articular bien los tonos) me dice algo así como "puedo hacer por vos? necesitás algo?". Perplejo, me quedé mirándolo con la mejor cara de signo de pregunta que me pudo salir, y entonces él replicó "quieres una moneda, un billete?"...
"No, no, señor, no toco por plata"...
GRAN SILENCIO! La perplejidad inundó su rostro como nunca hube visto en otro ser humano. Realmente, ese hombre no podía entender lo que acababa de decirle.
"Có-- cómo es eso?". Me encongí de hombros, porque no veía respuesta alguna que sirviera, y entonces él continuó: "no vives del aire! no puedes tocar porque sí! te tiene que dar plata!".
"Eh... no, señor, yo toco solo porque me gusta".
"Eres millonario?"
"No."
"Y? ... Y? ..." ¡Realmente el tipo no podía comprender! "NO PUEDES VIVIR DEL AIRE! ... Yo sí, vivo del aire porque hago globos -esto dicho no como chiste, sinó con toda la seriead- y los aviadores... también viven del aire -siguiendo así con toda la seriedad, enumeró cuarenta profesiones que viven del aire...
Como media hora llevó dejarle en claro que el que yo pudiera estar enfrascado en un entretenimiento plenamente lúdico y sin fines de lucro, pero que al mismo tiempo tuviera trabajo y ganara mi sustento dignamente.
Cuando por fin lo entendió, me dejó seguir cantando. Canto una canción más, y vuelve a hablar.
"Lo haces bien".
"Gracias -consciente de los muchos errores de interpretación musical que acababa de perpretar, no pude evitar agregar- pero no soy muy bueno que digamos..."
¡Para qué! Empezó a discutirme, con toda la bronca, que si él decía que algo estaba bien, lo estaba, etc etc... Terminó yéndose furioso con su tambaleante paso y sus ojos vidriosos farfullando cosas inteligibles.
Yo... seguí tocando.

Tu canción favorita

Nuevamente en el escenario de la parada de micro del 102 en la plaza Independencia. Nuevamente muy de noche y yo tocando la guitarra, combatiendo el aburrimiento. Estaba tocando mis canciones favoritas, y recibía miradas alentadoras y pulgares sonrientes de las pocas personas que habían. Un hombre se me acerca a darme algunos consejos de interpretación, etc etc. Habla de ondas y mezcla teorías de reiki básico con Einstein. En eso canta un cachito de La Colina de la Vida para ejemplificar, y, un pendejo de veintilargos, rehecho mierda y con los labios morados de vino, se pone a corearlo con la voz áspera y retumbante de quien toma más alcohol del que su organismo puede soportar.
Yo retomo mi repertorio, y el sujeto ebrio, de sentidos profundamente confusos, parece creer en una maravillosa simbiosis: Cree que yo toco todas sus canciones favoritas. Cada canción que yo tocase, fuese cual fuese, él la cantaba por encima con su canción favorita.
Debía pensar algo así "cómo sabe este tipo!". Y así siguió, cantando Sumo, Guns & Roses, Viejas Locas, sobre Sui Generis, Pastoral, Spinetta...
Confieso que al final yo seguía tocando nada más porque me parecía gracioso...

Ojos que no ven, hipotálamo que no siente

Recuerdo también, en esa misma parada, también yo con mi guitarra, la ocasión en que llegó un tipo muy turbado en compañía de dos muchachos ciegos. Me los encarga para que les avise cuándo llega su micro y sale apurado, en parecer aliviado por desprenderse de la dura carga de la sociedad.
Bien, el pedo atómico que se cargaba uno de los dos cieguitos, un pesado total, era tan increíble que es difícil relatarlo. No paraba de reírse, cada dos palabras decía estupideces, insultaba o hacía chistes negros sobre ciegos, y culpaba al otro de llevarlo por el mal camino. ¡Quemaba la cabeza! Confesaba haber tomado vino de caja hasta vomitar, haberse fumado cuarenta porros que le cayeron mal y luego poclamaba que no era su culpa. El otro pibe, cortés, se disculpaba y buscaba charla. Me contaba que estudiaba, que también tocaba la guitarra, que tenía esperanza en un transplante de cornea. El otro seguía mandándose cagadas. Un ciego tan absolutamente bien parado que se daba el gusto de cagarse de la risa de todo. Cuando jodía mucho las bolas y el otro lo mandaba a la mierda, se iba a recorrer la plaza y pedía monedas a la gente en nombre de algún centro para ciegos al que no pertenecía. Luego se pelearon mal, y el pibe sensato le cantó sus cuarenta verdades, lo trató de cobarde y negado, que se cagaba de risa de todo porque era un resentido y que estaba para el orto que se cagara en el esfuerzo de su familia por darle todo para que salga adelante. Se pelearon hasta odiarse y luego se reconciliaron...
Cabe decir que eran como las cuatro de la mañana y yo esperaba el primer micro de la madrugada.
Cuando llegó, me despedí y me subí con la fatiga de cuarenta días sin dormir... Qué manera de decir boludeces ese pibe! Todavía me acuerdo de cuando empezó a improvisar letras mientras yo tocaba la base de la bamba, cómo me cagué de risa.

En fin, mi guitarra es un imán de borrachos, y nada que hacer...

Yo me río más de lo que me indigno!

Salú,
Jota

sábado, 25 de octubre de 2008

Si lo sabe, aprenda a cantar!

Tapitas

Sigo en la neurótica recolección de tapitas, para el Notti, donde según parece las cambian por fondos para pagar las quimioterapias de los chicos menos afortunados. Si ser pobre es ser poco afortunado encima imagínense teniendo cáncer. Bien, un poco de ayuda en lo mínimo que se pueda para esos pobres peladitos; les diría que todos los que puedan hagan lo mismo que yo, junten esas tapitas de gaseosa de las botellas que compran, o recójanlas si las ven en el suelo, o donde sea. Esa pavada que para cualquiera de nosotros nos lleva un segundo puede ser una esperanza de vida para quienes ya no saben qué hacer para seguir teniendo esperanzas. Acuérdense: tapitas de gaseosa, Notti, esperanzas.

No sean chantas, no les cuesta nada.

Borrachera


¿Qué cuentan de las borracheras? Suelen ser momentos de desinhibición en los que uno -se supone- hace lo que nunca haría y demuestra que los instintos todavía están en algún lugar aullando y dispuestos a hacer fiesta y desgarros (...). Pues bien, hace unas semanas me puse en pedo por primer en mi puta vida, y, borracho y todo hasta la tuerca, en una fiesta de nulas luces, descontrol y ulalá, mi primer impulso al ver una chica borracha y casi inconsciente... fue cuidarla hasta que se repuso y cuidar que nadie la viole.

Sí, eso hice. Qué asco de borracho. La comunidad borrachil tuerce la boca cuando siente mi nombre. (En fin, la comunidad borrachil tuerce la boca hasta cuando nadie dice nada... afaxia!)

Coro

Ligeros progresos en el coro, ya he cantado en tres presentaciones, empiezo a entonar mejor y a respirar como la gente. Aunque cabe decir que en la última presentación me mandé varios mocos horriblemente sonoros, pero no pienso dar detalles.

Hace unas semanas viajé a San Rafael y conocí mejor a todos los coreutas. Para bien la mayoría... Para mal algunos. Las leyendas de los puteríos en los coros es cierta. Por fortuna es un grupo excelente en su mayoría.

Pero en general es un grupo bastante lindo y soy feliz de estar ahí, y sobre todo -la parte más importante- de consumir música.

Bigote

Mi adoradísima banda Bigote volvió a tocar hace unas semanas, después de un silencio bastante largo. No saben la ilusión que me había hecho. Pero, ¡oh, malvado heraldo!, el recital -donde tocaron varias bandas- fue realizado por un inepto que puso más entusiasmo que trabajo y esfuerzo, y organizó un recital de bandas como si fuera un fogón.

Lo malo de esto, aparte de que se acabaran las empanadas antes que yo llegara, y que estuviera lleno de pseudo artistas conformistas, fue que al momento de tocar Bigote ocurrieron cualquier cantidad de desastres técnicos: no habían entradas en línea para las guitarras, las luces se apagaban, los sonidistas eran unos inútiles, los parlantes tan truchos que se acoplaban para luego anularse entre sí dejando solo uno sonando, bue... ¡mil cosas les pasaron a los pobres muchachos de Bigote! Pero con todas las pelotas y la buena onda que se pueden tener, tocaron más de lo que cualquiera lo hubiera hecho en un caso así. Y al final, cuando decidieron dejar de tocar y no concluir su parte -cuando los desperfectos ya eran demasiados- lo anunciaron con toda educación y elegancia.

Todo conflicto que siguiera creo que no concierne para ser relatado, pero vale decir que lo que son esos pibes en calidad de músicos y en calidad de personas merece ser aplaudido, ovacionado, admirado y querido.

Y sobre todo les agradezco que me consideren un amigo.

Piano

Empecé las tan ansiadas clases de piano el martes pasado. Muchísimas ilusiones, se imaginarán, y será algo a lo que le pondré pila hasta que me sangren los dedos.

Estudio gráfico

El estudio gráfico que empecé a conformar con unos amigos, a quienes cariñosamente llamo los jefes, empieza a prosperar y me alegro mil. Se esfuerzan muchísimo, y en la medida que puedo intento estar a su altura con mis ilustraciones. Un chivo por acá:

http://usuarios.advance.com.ar/triskel/

Folixa

Grupo Mendocino de música Celta. Lo vi anoche -noche de sábado-. INCREÍBLES. Los recomiendo, son músicos excepcionales todos, con todas las letras, y encima le dan una vida increíble a todo lo que tocan. Me faltan palabras para describirlos, así que simplemente esto: síganlos, véanlos y escúchenlos.

15 años

Luego de anunciarme una señora con su hija que quería hacerle una caricatura para poner en la puerta de su fiesta de quince, la nena, hablando de cualquier otro tema, se le ocurre preguntarme "vos qué edad me das a mí?"

Sí... grillos.

Idiota

Cuando conocés a alguien te reilusionás y todo se ve relindo. Se sigue. Termina todo mal, sufrís como choto y renegás. Pero...

Cuando conocés a alguien te reilusionás y todo se ve relindo. Se sigue. Termina todo mal, sufrís como choto y renegás. Pero...

Cuando conocés a alguien te reilusionás y todo se ve relindo. Se sigue. Termina todo mal, sufrís como choto y renegás. Pero...

Y se puede seguir así eternamente, pero...








Y juro que deben haber miles de temas más, fruto de mis últimas vivencias, pero, ¡oh, por dios, no me los acuerdo!

Salú,
Jota

lunes, 22 de septiembre de 2008

Romance del bufón y la reina


(El Rey está en su trono, junto a su consejero)

Rey: ¡Juglares! ¡Bufones! ¡Esposa! ¡Alguien que me entretenga!

(aparece el bufón)

Bufón: Permítaseme, su majestad, ¿su merced requiere un cuento que venga a cuento?
R: Claro, un buen cuento siempre es bueno.
B: ¿Por qué la gallina cruzó el castillo?
R: Bufón, tu pregunta me deja anonadado: Hazme saber la respuesta pronto o haré que te corten la cabeza.
B: ¡Porque quería cruzar al otro lado!
R: ¿Me tomas por tonto? ¡Guardias!

(los guardias se llevan al bufón)

R: Consejero ¿anotaste la pregunta?
Consejero: Por supuesto, su majestad.
R: Bien, encárgale al monje que de con la respuesta.
C: Okeys.

(aparece la esposa)

Esposa: ¿Llamabas, esposo mío?
R: Sí, sí, esposa mía, un fuerte sentimiento de soledad me derriba. A tal razón busco una solución. Como fiel esposa ¿podrías proporcionarme una?
E: Eh... Puedo contarte un cuento que viene a cuento.
R: Lo cual encontraré muy satisfactorio, ya que el bufón no lo hizo.
E: ¿Qué sale de la cruza de un elefante y un mosquito?
R: Una buena pregunta a la cual no hallo buena respuesta. Por favor, otórgamela, esposa mía.
E: No lo sé, pero si te pica te va a doler.
R: ¿Es esto una amenaza? ¡Guardias, llévensela con el bufón!

(los guardias se llevan a la reina)

Y tú, consejero, has que el monje encuentre la respuesta a esa cruza. Que consiga un elefante y un mosquito si es necesario.
C: Okeys.

(aparece el juglar)

Juglar: ¿Llamaba, su majestad?
R: Sí, sí, buen juglar, pídote, soluciona mi aburrimiento con uno de tus hermosos romances. Y nada de preguntas ¿eh?
J: S-sí, sí.
Valiente Rey de esta tierra
que a los moros expulsó
sin dar caso a lluvia o tierra
expulsóles con su olor.

Rey justo, santo y valiente
aplacaba su dolor
deseábamos verle alegre
no temer su mal humor.

El rey buscaba respuestas
-respuestas no tengo yo-
ni el bufón, menos la reina
que al calabozo los mandó.

En plumas cruzó el castillo
¡la gallina lo cruzó!
Y al elefante y al mosquito
el buen monje los cruzó.

La buena reina encerrada
al bufón lo cautivó
no resistió verla apenada
y sobre ella se lanzó.

Ella lo tomó a buen grado
y a la idea se prendió-
Cada cascabel prendado
en buena armonía sonó.

Al bufón y reina siento
que el destino los cruzó
pero eso no viene a cuento
el cuento al rey no gustó.

R: ¡Guardias!

(los guardias prenden al juglar)

J: Parece que entré en un lío
con bufón y reina voy
espero entrar ahora en trío
mirar nunca me gustó.