viernes, 30 de mayo de 2008

Emosionado...

En este tiempo de "Emos", solo un valiente se atreve a sacarse una foto mostrando su cuello y mirando a la cámara. Oh, Emos, ¿por qué tanta fascinación por mostrar sus flequillos, tan lisos y uniformes? Me acuerdo que en otra época me gustaban mucho esos flequillos (y nunca pude tener uno por mis rulos) pero ahora que se han vuelto moda, cuesta encontrar un flequillo sincero, es decir, alguien que lleve ese flequillo porque llegó a la conclusión de que así le gusta cómo se ve... Un noventa por ciento lo lleva solo porque es su ticket para pertenecer a esa sociedad tácita de los chicos Emo, que a fin de cuenta son tanto pop como underground, pero no oficializados...

¡Oh, chicos Emo! ¿Creerán acaso que la sensibilidad es algo tan palpable como un flequillo aplastado o una foto en plano picado? ¿Creerán acaso que por escribir un texto en inglés su significado es más profundo? ¿Creerán acaso que por sufrir el doble y hacer todo personal son más profundos que los demás? ¿Se lo creerán en serio?

Es cierto, esos chicos son muy salames, y llevan el pavoneo soberbio del joven inexperto que cree haber llegado a la cúspide de todo logro, pero ¿acaso por eso deben ser aporreados?

Los grupos de idiotas que golpean a estos pequeños salames aflequillados, son solo idiotas que se creen dueños de una cultura solo por tenerle absoluta devoción o haber nacido antes, pero a fin de cuentas, solo son idiotas. Pegarle a otro por vestir a modo de parodia de uno y sentirse más sensible es tan visceral que deberían romperles las licencias de persona.

Si los Emo quieren ser salames y se sienten bien siendo tan tontos, no debería haber idiota que los detenga. Yo opto por reírme de sus tonterías, pero, como dijera un filósofo alguna vez, "odio lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo".

Chicos Emo, cuentan con mi apoyo moral.

Ahora, bien, ¡hagan algo de sus vidas!

Salú,
Jota

jueves, 29 de mayo de 2008

Segundo bloggeo...

Hoy se supone que tenía que aparecer con algo nuevo...

Es como cuando sos niño, llegás a la escuela, y te das cuenta de que te olvidaste la tarea. -Evoco a esa idea en esa temprana época, porque quiero dejar en claro lo inocente y primordial de esa sensación-...

Es que existe cierto de condena en comenzar algo. Si saludás a alguien un día, esperará que lo saludés mañana, pasado, y pasado pasado también... Si empezás a trabajar en algún lado, sabés que vas a tener que volver y crear rutina. Luchaste por enamorar a esa esquiva chica, y ahora llegás a la conclusión de que tenés obligación hacia ella... Esa condena que digo es la de la constancia. Sabés que si empezás algo, te atás un grillete y si no lo seguís lo arrastrás. Tanto lo buscás que lo hacés parte tuya. Eso que tanto querías es obligación...

Y si algo he aprendido en esto 21 años de vida, es que a la gente en general le molesta todo lo que es obligación, por más que aquello, lo que sea, en otro momento les hubiera gustado.

Y en muchos casos esto es una prueba decisiva para ver qué tipo de personas somos. El más idiota en general se asusta con ese panorama. Se da cuenta de su obligación y quiere huir. Pero no sabe que cuando creamos lazos nos estamos metiendo en una enorme trama, y que si salimos corriendo distorsionamos todo y hacemos caer a todos los que nos rodean, y, encima de todo, nos damos cuenta que, tan metidos como estamos, no podemos huir sin perder un poco de nosotros... Sin cierto dolor.

Con qué gusto, el puro de corazón, aceptará la obligación que significa tener todo lo que desea, todo aquello que hará feliz su paso de equilibrista sobre su bonita línea de tiempo. Sabrá que si quiere recibir gratitud, que hace tan feliz a todos, deberá devolverla. Que si quiere su sueldo deberá trabajar. Y que si quiere que su pareja lo acaricie deberá acariciarla a su vez.

En fin, toda persona que inicia una empresa sabe que quedará encadenado a ella (y es el secreto para escribir una buena historia) y que quedan dos opciones a seguir: o dejarse arrastrar y sufrir al querer desligarse, entorpeciéndose a uno mismo y a todo alrededor, o bien salir al paso y hacer por propia voluntad y con diligencia aquello que deberá hacer de todas formas...

En conclusión necesaria: Estoy escribiendo esta seguna entrada a este blog -que surgió de la nada, cual la vida, que en todas sus formas se devana en encontrarse un sentido- solo porque no podía dejarlo abandonado sin dejar abandonada una idea de mí mismo, inconstante y condenado, eterno problemático, que de tanto pensar me hago viejo.

Y para que no piensen que llegaron hasta acá para leer mis pseudo profundas catársis les dejo un cuento infantil que hace un tiempo escribí, en busca de una sonrisa de niñez...

El gusano enamorado

Había sido un duro Invierno bajo la tierra, y el gusano Archivald Bradley salía a la superficie, impulsado por los aromas de la Primavera.

Sus compañeros gusanos, constantemente, le habían comentado sobre la belleza de las gusanas que vivían en la superficie, y él estaba ansioso por verlas.


–¡Gusanas! –gritó Archivald– ¡Aquí estoy! ¡No se escondan!

Tímidamente, de la tierra, empezaron a emerger las más bellas gusanas de seda que nunca hubieran visto los ojos de un gusano. Pero el gusano Archivald Bradley ya no se fijaba en ellas.

Había visto una gusana que había cambiado su concepción de la belleza gusanil. Enrollada en una extraña vivienda hecha de lo que parecía ser cuero, al pie de lo que parecía ser un flaco árbol cubierto de tela, una gusana larga, delgada y curvilínea, de color negro azabache, parecía guiñarle un ojo.


El corazón de Archivald redoblaba de emoción. Empezó a serpentear lo más rápido que podía para acercarse a ella pero...

–¡Horror!

La extraña viviendo de cuero se había levantado del suelo, llevándose consigo el árbol de tela y... la gusana.

Con increíble rapidez, la forma de cuero se alejo, y a la lejanía, el aterrado gusano pudo darse cuenta que eran dos casas de cuero. Ambas con un árbol de tela ¡y ambas con una gusana morocha!


–¿Serán gemelas? –se preguntó a sí mismo Archivald– ¡Ambas son igual de bellas! Pero yo me enamoré de la de la derecha...

Archivald instantáneamente se olvidó de su propio debate, porque se dio cuenta que ambas gusanas, en sus casas de cuero lustrado con sus sendos árboles de tela, estaban cada vez más lejos.

¡Qué extraña forma de transportarse que tenían aquellas gusanas! ¿Serían esas casa de cuero algún extraño vehículo? ¿O serían...?


–¡Oh, no! ¡Esas cosas de cuero lustrado deben ser monstruos rapaces! ¡Y están raptando a las gusanas!

El valiente Archivald Bradley comenzó a arrastrarse frenéticamente por el piso, con un solo pensamiento en la mente: Salvar a las dos gusanas de aquellos monstruos de cuero lustrado. Una gota de sudor apareció en su frente de gusano, y Archivald se asustó. Si seguía sudando se deshidrataría. Pero ya casi alcanzaba a aquellos malvados monstruos de cuero...

Estaba cada vez más cerca...

Hasta que...


–Aaaah! –¡pum! hizo ruido al caer el señor Méndez al suelo– ¿Qué pasó?

Lentamente, con la quijada adolorida, el señor Méndez miró a sus zapatos. Sorprendido vio alejarse, con paso triunfal, a un gusano que se llevaba los cordones de sus zapatos.

FIN

Salú!

Joan

miércoles, 28 de mayo de 2008

A pedido...

A pedido de una amiga -más hincha huevos que los mensajes de texto de movistar que te ofrecen promociones a las seis de la mañana-, héme aquí habiendo creado un inútil e incipiente blog, que probablemente os dejará, queridos bloggers internautas, con más sabor a nada que las galletas feas y rústicas que quedan en el paquete de galletas Diversión surtidas cuando alguien más se comió las rellenitas y las glaseadas (o satinadas, como les digo yo).

Bien... ¿Por dónde empiezo? Rara vez ha tenido éxito publicación alguna que haya comenzado sin haber tomado una dirección antes de empezar, un target. Bueno, esta no va a ser la excepción... Es decir, no va a tener éxito.

Porque, francamente, no tengo la más menor idea de qué posibles y monumentales gansadas pueblen estas futuras páginas (ni tampoco si habrán futuras páginas, o cuánto durará esto hasta que llegue en persona la muerte Roja, desde el reloj de la Suite Negra, con su ventana escarlata). Lo único que sé, es que, si es tan amable la suerte y la inercia, probablemente aquí aparecerán muchas letritas amontonadas cada tanto, amén de hormigas en un vasto hueso, sin propósito ni cartílago a dónde llegar...

En fin! Por el momento he de dejar, sin timón que busque puerto alguno, una apreciación sobre la nueva película de Indiana Jones -el templo de la calavera de cristal- para que os deis el gusto de leer algo constructivo, y muy subjetivo... Enjoy!

Indiana Jones y el templo de la Calavera de Cristal

La fui a ver el día de su estreno, sin saber que era ése el día de su estreno (eso explicaba al idiota vestido de Indiana Jones que se sacaba fotos al lado de los carteles)... yo como que estaba de casualidad ahí y, ya que estaba, la vi...

Ciertamente no esperaba que fuera buena. A pesar de que es difícil esperar algo malo de Steven Spielberg, no creí que pudieran revivir el espíritu de Indiana, tanto tiempo después... ¡Pero lo hicieron! Ahí estaba la aventura, las excelentes escenas de escape que no parecen terminar, llevando el suspenso al paroxismo, la conquista de la dama arisca, la ingenuidad y salamería del ya conocido arqueólogo, el enemigo a su altura, y muy perverso y ambicioso, siempre mano derecha, nunca el enemigo real, la mezcla de mitología y supersticiones y búsquedas de la época y conflicto en el que estaban... Una aventura deliciosa armada sobre el marco de una época de guerra, en la que, por el poder absoluto, los grandes líderes enviaban a sus vasallos a buscar los objetos más irreales. Si bien sigue al dedillo la plantilla de la primer película, estuvo excelente.

El sentido del humor exquisito lo mantuvieron, sobre todo en la genial escena del pueblo dedicado a pruebas nucleares, donde Indiana, para evitar ser destruído por una explosión nuclear, se mete en una de esas heladeras antiguas e híper herméticas en las que tantos idiotas murieron al esconderse. Simplemente eso estuvo brillante.

Me fascinó que Indiana Jones, más viejo, en la primer mitad de la película, se abriera camino con sus armas ya conocidas en un ambiente que ya empezaba a mostrar cambios (si bien la película está ambientada, como las otras, en épocas pasadas, en esta, ya entran en la época de la guerra fría y la energía nuclear, cosas que para Indiana llegaban tarde) y que si bien se lo muestra temeroso y nervioso ante los cambios que se le presentan, sale al paso con toda dignidad, para demostrar que no por nada llegó a esa edad.

La historia sobre la búsqueda del craneo de cristal, y el ahínco de Stalin por dominar la parapsicología, mezclado con la creencia de que esas maravillas de la antigüedad eran legajos de una civilización lejana en años luz fue un rescate de las supersticiones de la época, y las esperanzas desesperadas de un líder que no sabía como desestabilizar la balanza...

La inclusión del nuevo personaje, Mutt, no pudo estar más acertada: al entrar un personaje joven en la trama, compusieron un pibe que reencarna el estereotipo de James Dean que tanto auge tuvo en esa época. Y no fue para meter un personaje copado, ni para dar juventud a la trama. Fue simplemente una parte más del tejido de la trama, y se conjugó a la perfección con Indiana y Marion, que volvió de la primer película para completar la historia que quedó truncada, recuperando la energía de ese personaje tal como era.

Cate Blanchet, en el papel de la rusa malvada y curtida no pudo haber compuesto papel mejor. Me sacaría el sombrero si tuviera.

En fin... véanla! Se me acabó la verborragia...

Aténtamente,

Joan!

p/d: Sean Connery originalmente iba a ser parte del film, pero como irlandés tozudo, no quiso salir porque por lo visto está más que feliz con su jubilación... ¡es un groso!