Con semejante título uno puede ir comenzando a hacer una semblanza sobre lo que va a seguir. Es un tema bastante complejo. Porque, en parte, la gente endiosa a los libros como si fueran un orden incomprensible e inalcanzable de sabiduría, y por otro, tienen la esperanza de que si lo entienden puedan llegan a tener un libro de cabecera... Algo así como un doctor, pero una cosa más culta.
Cabe decir, entonces, que el libro no solo cuenta con una utilidad (que aún no es muy clara) sinó que también cuenta con una serie de mitos y folklore alrededor de su origen y utilización. Hasta hay quienes hablan de “aprender a usar los libros”. Bien, eso crea una nueva coyuntura en el asunto:
Porque desde que aparece una idea errónea de lo que es un libro, aparecen personas que sobre esa idea habrán de escribir un libro. La gente verá a la venta libros que les ofrezcan aprender a vivir en diez pasos y los comprará. La gente, de creer que un libro les abre la puerta a un mundo culto y a una sociedad distinta, pasa a creer que un libro le enseñará a manejarse en su tortuosa vida.
Bien, ahora es donde llega el golpe de realidad. Desde que existen los humanos y el idioma, existe el hábito de contar historias. La gente cuenta y siempre ha contado historias. Desde poemas épicos de una gran cruzada que ocurría a la vuelta de la esquina hace siglos, al nuevo amorío de la vecina menos recatada. La gente se divierte contando y escuchando historias, y el libro solo es el cuentista sin cara.
El libro y su potencial lo tenemos encima, y somos autodidactas. Pero no conseguimos sacar una frase derecha en una hoja de papel porque endiosamos al objeto y su oficio, y tememos cometer una blasfemia. Y por eso no entendemos esa utilidad original del libro, de ser el cuentista cuando el cuentista no está, de divertirnos cuando queremos saber algo nuevo.
Pero de eso la gente se olvidó hace mucho tiempo. Y se fue degenerando porque al ser un cuadernito lleno de hojas uno lo puede llenar con cualquier cosa. Y por ahí alguno que mande un tiro por la culata logre algo que sirva, y no solo basura de autoayuda. Por ejemplo, pocos libros me han ayudado tanto como el Diccionario.
Mi remera favorita
Hace 16 años
6 comentarios:
Es que hay gente pelotuda que cree que si lle libros es culta y educada, y capas que leen a bucay! y la revista del cable!
Muy bueno joan! cuando vengas a mar del te doy un chupetin!
Leer libros si te hace más culto, o sea, te da cultura (obvio que no cualquier libro, Bucay por ejemplo no...) pero ser culto no te hace ser inteligente. Ahí apuntaba yo.
Yo tengo libro de inodoro.
Lo voy leyendo muy de a poquito.
El último fue de Wilbur Smith.
El baño suele ser el lugar ideal para leer un libro, y, aunque no lo admitan, probablemente un noventa por ciento de los lectores del mundo lean en el trono...
Lo último que leí en el baño fue el embudo de cuero de Conan Doyle...
Salú!
capi: seguis leyendo ese libro tonto escrito por Wilbur?
Yo en el baño no leo, nunca tome la costumbre.
Eso que decis es verdad joan, yo conosco gente muy inteligente que no lee libros.
El quid, querida Onírica, es leer libros por el placer de leerlos, no por esperar que te den algo.
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