¿Serías capaz de quejarte, muchacho despreciable, idiota e inservible, por haberla perdido?
Bien sabías, desde el principio, que todo intento sería fútil si hubieras querido conquistarla. Entonces ¿no deberías haberte conformado, siquiera, con haberla conocido? ¿No deberías sentirte realmente realizado con el sólo hecho de que te haya dejado considerarla tu amiga?
Realmente, chico imbécil, debería darte vergüenza. Deberías sentirte el peor despojo habido y por haber si sientes el menor rencor contra ella. Deberías comprender, antes que nada, que ella, como todos los seres del universo, no te debía nada. Ni cinco. Y también sería conveniente que estuvieras agradecido. Si bien ella formaba parte de la humanidad, decidió no seguir aquel impulso instintivo y natural que lleva a toda la comunidad, no sin razón, a odiarte. ¡Cómo puedes ser tan arrogante, grandísimo idiota, si entre todas las personas que se cruzan, entrecruzan y te odian, ella hizo una diferencia?
Ya deberías estar consciente, criaturita concebida probablemente por un error de cálculo, que tu existencia está destinada a ser inútil, desperdiciada, sin ninguna felicidad. Y que si bien, en algunas extrañas ocasiones, aparece alguien como ella que te otorga gratuitamente una felicidad que no mereces, es idiota que lo veas como una esperanza. Más bien deberías tomarlo como otro error de cálculo, como tú lo eres. Y ella no lo es. Ella, como todos los seres que no son tú, es parte de un cosmos ordenado, con sus pequeños temas, sus pequeños problemas y sus pequeños errores.
Bien sabías desde el principio, oh, inoportuna desgracia hecha persona, que ella terminaría con alguien como ella, lloraría por alguien como ella, y añoraría juntarse con alguien como ella. Todas las personas se juntan con personas. Todos los seres se juntan con sus iguales. Y tú, despreciable guijarro en la línea de tiempo, no eres ni persona ni eres igual a nadie.
Entonces, completo idiota, ¿quieres decirme por qué no paras de sollozar? Que nadie te quiere… eso ya lo sabías; Que ella no te quiere… ¡Por favor! Era muy fácil de predecir; Que pareciera que perdiste su amistad por siempre… ¡Eso ya es el colmo! Bien sabías que la amistad que cualquier persona te pudiera otorgar duraría únicamente el tiempo en el que dicha persona no se diera cuenta de la estupidez que significa acercarse a ti.
Pero ya, no llores más, mi pequeña parodia de tumor que debería ser extirpado del planeta. Si comprendieras de una vez que ninguna cosa que hagas servirá nunca de nada podrías dormir en paz. ¿Que cómo hacerlo con tamaña falta de esperanza? Por favor, pequeñuelo insulso: tú no mereces tener esperanzas. ¿Qué te he estado diciendo todos estos días y estas horas? ¡Eres un error de cálculo! No mereces respirar el aire que respiras porque no está destinado a ti. No mereces el agua que bebes con tanto deleite porque no está destinado a ti. No mereces que nadie, ni siquiera yo, gaste sus palabras en ti.
¿Le exigirás acaso algo a esa pobre samaritana, que a tontas quiso creer que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos? Estabas tentando a la suerte, y bien lo sabías. Esperabas que ya que te había caído agua del cielo te cayera también comida. Y no, pequeño y fútil insecto, las cosas no funcionan así. Puede que hasta logres soportar tu existencia cuando lo entiendas. ¿Que ya no lo soportas más? ¡Idiota! Estás quejándote de que no haces lo que quieres en tiempo regalado, que en un principio ni siquiera estaba dedicado a ti. ¿Quieres también que te traigan el desayuno a la cama, animalito del cielo?
Me sorprendes incluso a mí. No esperaba, cuando decidí hablar contigo y gastar mi valioso tiempo, que tuvieras el tamaño descaro de quejarte. No esperaba, tampoco, que pretendieras que sintiera lástima por tus lágrimas. Es cierto que si hay algo abundante y fácilmente otorgable, eso es la lástima. Pero comprende que, hasta la lástima, es demasiado cara para ti.
Comprende, también, engranaje defectuoso, que si en cálculos y proporciones lo tomáramos, sería más que justa la situación. La única razón que permitió justificar que pudieras haberte acercado a ella, fue que te acercaras a ayudarla. Te dejó escuchar sus problemas y darle consejos. Consolarla cuando se sintió mal, preocuparte por ella y hacerla sonreír. Pero, y presta mucha atención a esto, ella no te debe nada. Que hicieras todo eso sólo era una forma de equilibrar el cosmos. Una manera de que retribuyeras todos los privilegios que has usurpado con el solo hecho de existir. Lo menos que puedes hacer, mientras sigas ensuciando una línea de tiempo que no es tuya, es ayudar a cuantas personas puedas sin esperar que te ayuden, darles la felicidad que tú no debes tener, y hacerlas sonreír como sabes que no debes.
Nada más mereces, pobre infeliz. Y no te pediré que me disculpes por marcharme, porque sería realmente irrisorio. Simplemente quédate ahí donde estás, a consumirte en tu propia desgracia, tu propia miseria, y tu propio odio, que es lo menos que puedes hacer: sentirte culpable.
Yo por mi parte, juego, como todos quienes no son tú, un papel mucho más importante en el universo, aunque yo sea más importante que el resto, y, sobretodo más importante que tú, sucio sub-renacuajo. Y deberías sentir un orgullo inmenso de que haya bajado a hablar contigo siendo que no mereces ni siquiera que te nombre. Cabe decir que lo hice porque me aburría. Y sabía bien que si hubiera querido hablar con otra persona, alguna que fuera normal y tuviera más derecho que tú (o sea, cualquiera que no seas tú) esa persona se hubiera puesto realmente pesada queriendo que le responda las cosas más idiotas: “¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos? ¿Qué vino primero, el huevo o la gallina?” y otras tantas. Como si no tuviera cosas más importantes que hacer. ¡Un universo debo manejar y aquí estoy perdiendo el tiempo contigo, que eres menos que una bacteria unicelular!
Ya lo dije, y lo repito, deberías estar orgulloso de haber hablado conmigo, que soy Dios y creador de todo, tú, condenado imbécil, más condenado que nadie, y de que te haya aconsejado algunas cosillas para que hagas menos triste tu oprobiosa vida. Ahora me voy y, afortunadamente, te dejo.
Y por favor, dulce criaturita, hazle un favor al mundo, toma ese arma y haz lo que estás pensando.
FIN
Bien sabías, desde el principio, que todo intento sería fútil si hubieras querido conquistarla. Entonces ¿no deberías haberte conformado, siquiera, con haberla conocido? ¿No deberías sentirte realmente realizado con el sólo hecho de que te haya dejado considerarla tu amiga?
Realmente, chico imbécil, debería darte vergüenza. Deberías sentirte el peor despojo habido y por haber si sientes el menor rencor contra ella. Deberías comprender, antes que nada, que ella, como todos los seres del universo, no te debía nada. Ni cinco. Y también sería conveniente que estuvieras agradecido. Si bien ella formaba parte de la humanidad, decidió no seguir aquel impulso instintivo y natural que lleva a toda la comunidad, no sin razón, a odiarte. ¡Cómo puedes ser tan arrogante, grandísimo idiota, si entre todas las personas que se cruzan, entrecruzan y te odian, ella hizo una diferencia?
Ya deberías estar consciente, criaturita concebida probablemente por un error de cálculo, que tu existencia está destinada a ser inútil, desperdiciada, sin ninguna felicidad. Y que si bien, en algunas extrañas ocasiones, aparece alguien como ella que te otorga gratuitamente una felicidad que no mereces, es idiota que lo veas como una esperanza. Más bien deberías tomarlo como otro error de cálculo, como tú lo eres. Y ella no lo es. Ella, como todos los seres que no son tú, es parte de un cosmos ordenado, con sus pequeños temas, sus pequeños problemas y sus pequeños errores.
Bien sabías desde el principio, oh, inoportuna desgracia hecha persona, que ella terminaría con alguien como ella, lloraría por alguien como ella, y añoraría juntarse con alguien como ella. Todas las personas se juntan con personas. Todos los seres se juntan con sus iguales. Y tú, despreciable guijarro en la línea de tiempo, no eres ni persona ni eres igual a nadie.
Entonces, completo idiota, ¿quieres decirme por qué no paras de sollozar? Que nadie te quiere… eso ya lo sabías; Que ella no te quiere… ¡Por favor! Era muy fácil de predecir; Que pareciera que perdiste su amistad por siempre… ¡Eso ya es el colmo! Bien sabías que la amistad que cualquier persona te pudiera otorgar duraría únicamente el tiempo en el que dicha persona no se diera cuenta de la estupidez que significa acercarse a ti.
Pero ya, no llores más, mi pequeña parodia de tumor que debería ser extirpado del planeta. Si comprendieras de una vez que ninguna cosa que hagas servirá nunca de nada podrías dormir en paz. ¿Que cómo hacerlo con tamaña falta de esperanza? Por favor, pequeñuelo insulso: tú no mereces tener esperanzas. ¿Qué te he estado diciendo todos estos días y estas horas? ¡Eres un error de cálculo! No mereces respirar el aire que respiras porque no está destinado a ti. No mereces el agua que bebes con tanto deleite porque no está destinado a ti. No mereces que nadie, ni siquiera yo, gaste sus palabras en ti.
¿Le exigirás acaso algo a esa pobre samaritana, que a tontas quiso creer que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos? Estabas tentando a la suerte, y bien lo sabías. Esperabas que ya que te había caído agua del cielo te cayera también comida. Y no, pequeño y fútil insecto, las cosas no funcionan así. Puede que hasta logres soportar tu existencia cuando lo entiendas. ¿Que ya no lo soportas más? ¡Idiota! Estás quejándote de que no haces lo que quieres en tiempo regalado, que en un principio ni siquiera estaba dedicado a ti. ¿Quieres también que te traigan el desayuno a la cama, animalito del cielo?
Me sorprendes incluso a mí. No esperaba, cuando decidí hablar contigo y gastar mi valioso tiempo, que tuvieras el tamaño descaro de quejarte. No esperaba, tampoco, que pretendieras que sintiera lástima por tus lágrimas. Es cierto que si hay algo abundante y fácilmente otorgable, eso es la lástima. Pero comprende que, hasta la lástima, es demasiado cara para ti.
Comprende, también, engranaje defectuoso, que si en cálculos y proporciones lo tomáramos, sería más que justa la situación. La única razón que permitió justificar que pudieras haberte acercado a ella, fue que te acercaras a ayudarla. Te dejó escuchar sus problemas y darle consejos. Consolarla cuando se sintió mal, preocuparte por ella y hacerla sonreír. Pero, y presta mucha atención a esto, ella no te debe nada. Que hicieras todo eso sólo era una forma de equilibrar el cosmos. Una manera de que retribuyeras todos los privilegios que has usurpado con el solo hecho de existir. Lo menos que puedes hacer, mientras sigas ensuciando una línea de tiempo que no es tuya, es ayudar a cuantas personas puedas sin esperar que te ayuden, darles la felicidad que tú no debes tener, y hacerlas sonreír como sabes que no debes.
Nada más mereces, pobre infeliz. Y no te pediré que me disculpes por marcharme, porque sería realmente irrisorio. Simplemente quédate ahí donde estás, a consumirte en tu propia desgracia, tu propia miseria, y tu propio odio, que es lo menos que puedes hacer: sentirte culpable.
Yo por mi parte, juego, como todos quienes no son tú, un papel mucho más importante en el universo, aunque yo sea más importante que el resto, y, sobretodo más importante que tú, sucio sub-renacuajo. Y deberías sentir un orgullo inmenso de que haya bajado a hablar contigo siendo que no mereces ni siquiera que te nombre. Cabe decir que lo hice porque me aburría. Y sabía bien que si hubiera querido hablar con otra persona, alguna que fuera normal y tuviera más derecho que tú (o sea, cualquiera que no seas tú) esa persona se hubiera puesto realmente pesada queriendo que le responda las cosas más idiotas: “¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos? ¿Qué vino primero, el huevo o la gallina?” y otras tantas. Como si no tuviera cosas más importantes que hacer. ¡Un universo debo manejar y aquí estoy perdiendo el tiempo contigo, que eres menos que una bacteria unicelular!
Ya lo dije, y lo repito, deberías estar orgulloso de haber hablado conmigo, que soy Dios y creador de todo, tú, condenado imbécil, más condenado que nadie, y de que te haya aconsejado algunas cosillas para que hagas menos triste tu oprobiosa vida. Ahora me voy y, afortunadamente, te dejo.
Y por favor, dulce criaturita, hazle un favor al mundo, toma ese arma y haz lo que estás pensando.
FIN
12 comentarios:
Caramba, ¿a quién va dirigida tan dulce misiva?
Y sería un Dios malvado maltratando a un pobre diablo abandonado por una tal María...
Ok, si el otro ser vivo era una mujer, es injusto tratar tan mal al pobre muchacho...
Y la única María que vale la pena, es María Juana.-
Viva Peron!!!
La cosa sería que el tipo tenía tanta mala pata que cuando lo dejaba una mina hasta dios le decía que se mate...
Viva Perón, me cacho!
jajajajaja
-¿Dios, por que no me matas? hey, un momento!Es eso un punto laser en mi frente?...
XD
no, encima el tipo es tan patético que no quiere morir... :P
wao, qué bien escribes!
PS: para que veas que `tambièn puedo comentar asì cuando no son dibujos (juju)
Pucha, che, Mónica! Con lo que me gusta leer críticas longaniformes...
Wow! muy bueno... me idenifica el personaje, solo que no me abandonó ninguna "maria", parece que todavia no nace, y como que Dios me dijo cosas parecidas hace tiempo... lo se, soy el tipico solteron patetico. jajaja
Tengo un par de poemas escritos en un tono similar, pero me da cosa publicarlos, no me gustaria verlos dentro de unos años en un libro de Bucay (lo peor es que no me daria cuenta porque no leo a Bucay)
muy bueno el blog, hace tiempo no voy para la Plaza Independencia a robarle ideas a los artesanos, pero si ando por ahi nos vemos!
Dios es amor, dijo Dios...
O será que Dios es lo que dice Facundo cabral en "ferrocabral"
Igual me rei con esto. Qué atentado contra el pequeño hombrecillo.
Dele, igual yo en la plaza estoy solo los sábados...
Salú!
Jota
1) Todas la mujeres se llaman María, solo que usan su segundo nombre.
2) Como diría el de Virgen a los 40, "You put the pussy in a pedestal". Nunca, nunca hay que hacer eso
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